Carreras de caballos profesionales
En el Parque de la Torre d’en Dolça
A los terrenos donde se celebra la competición, en el Parque de la Torre de Dolça, se acercan actualmente más de diez mil personas para asistir a las carreras. Las apuestas que se hacen en las carreras de Sant Antoni son discretas, pero se puede apreciar el gozo de las personas por el hecho de poder participar.
Las tradicionales Carreras de Caballos
La historia del municipio tiene capítulos escritos en materia ecuestre. Las carreras de caballos forman parte de la vida y la tradición del municipio y se han convertido, con el tiempo, en uno de los elementos más autóctonos de la Fiesta Mayor de Sant Antoni, que por esta competición atrae a gente de toda la geografía española.Vila-seca, junto con el hipódromo de la Zarzuela, en Madrid, San Sebastián y Sevilla, es uno de los lugares que forman parte del calendario oficial de competiciones hípicas en el Estado Español.
El “cos” ya se celebraba a finales del siglo pasado. Un documento del año 1876 que se ha podido recuperar da fe de los premios que se entregaban en esa época y de la forma en que se desarrollaba la competición. Las caballerías, después de haber sido bendecidas, y cuando terminaba la procesión se congregaban en la Casa de a Vila. Acto seguido, el párroco de la parroquia tiraba una bandera al aire y el jinete que le atrapaba debía salir corriendo, perseguido por el resto de competidores.
Iban hacia las cuatro carreteras y daban una vuelta alrededor de la Villa por la Plaza de Sant Antoni, calle de la Presó, calle de Sant Josep, por la Plaza de Manyà y calle Major.
La montura que atravesaba primero la línea de llegada resultaba ganadora. El primer premio era un cordero; el segundo, cuatro pollos; el tercero, cuatro cocas; y el cuarto, cuatro cebollas y un manojo de ajos.
Los "cóssos" o carreras de caballos pueden tener unos orígenes religiosos, puesto que en algunas antiguas prácticas rituales agrarias figuraban.
Las carreras habían formado parte del viejo ritual del culto al Sol y bien podría ser su supervivencia. Se intentaba simular el trayecto del Sol y, con esa magia simpática acelerar su carrera.
Los anillos, guirnaldas, cocas y pasteles siempre circulares que se daba como premio tenían también un marcado sentido solar. Las civilizaciones primitivas han organizado con frecuencia una religión natural y uno de sus principios ha sido creer que los movimientos acelerados y rápidos acentúan por simpatía el crecimiento de los vegetales.
Dentro de esta rapidez ritual de sacerdotes y actuantes puede incluirse la costumbre de realizar una cabalgata por las calles del pueblo después de la bendición de los animales para conseguir el banderín. Pero el “cós” auténtico empezó hace unos cien años, como señala Tecla Garcia en un estudio sobre el tema.
Dada la importancia de la viña y la industria vitivinícola villa-secana de aquella época, se establecieron en el pueblo algunos comerciantes extranjeros.
Dos franceses, llamados Barrau y Planchons, tenían unos preciosos caballos para transportar el vino que se exportaba a Salou y Tarragona. Como a menudo cincidían en la ruta, la rivalidad entre los carreteros de ambos comerciantes era mucha y pronto surgió el reto de hacer un “cós” para probar qué caballo era mejor.
Se acordó el día de San Antonio Abad, que era media fiesta para los trabajadores, después de la bendición de los animales.
Por la carretera hasta el paso a nivel del “Carrilet” de Salou y volver. Así, el primer "cuerpo" fue disputado por los "Percheron" de los Barrau y el "Andaluz" de los Planchons. La salida se realizó desde las proximidades de la Riera.
Al tocar las doce en el reloj del campanario se escuchó un fuerte silbido. Ganó el Percheron de los Barrau. A pesar de no haber premio, pronto empezaron los preparativos para repetir la carrera del año siguiente con más caballos y jinetes vila-secanos. El alcalde, Joan Vidal Veciana, prometió el soporte material y personal del ayuntamiento.
El señor párroco, mosén Sebastià Obrador, accedió a dar el importe de la venta de estampas de San Antonio como premio, creyendo que así iría más gente a misa. Hubo también numerosas donaciones particulares. Con el tiempo, los premios alcanzaron la mágica cifra de 15 pesetas. Las estampas valían cinco céntimos.
El envejecimiento de hombres y caballos llevó años de crisis hasta el nuevo empuje de Joan Gené Salvadó y varios jóvenes del pueblo. Un cordero, unas gallinas y un conejo fueron los premios de ese año. La yegua blanca de Ca Xatruch fue el animal más famoso de esta segunda etapa del “cuerpo” por sus victorias. Incluso se trajo, contra las normas, el caballo del tarraconense Minguet para derrotarla. El señor Xatruch estaba dispuesto a matar a su animal cerca de la Reja de Torrell si al regreso no iba delante. La yegua villa-secana volvió a ganar aquel emocionante “Cós” de 1908.
Las carreras eran muy populares. Así, con motivo de la inauguración del alumbrado a gas de 1910 se disputó una carrera, ganada por Garboso, propiedad de Joan Gené Salvadó. La ermita de la Pineda era el destino de muchos exvotos de los participantes.
A pesar de algún paréntesis, que estaba cubierto con carreras de encuentros, mulas o asnos, la tradición mantuvo su creciente nivel aquí y en la comarca. A partir de 1923, el Ayuntamiento se hizo cargo de los premios. El alcalde Elies Garrabé tuvo que prohibir en 1930 la celebración del “cuerpo” en aquel lugar tradicional debido al aumento del peligroso tráfico de coches y camiones, y al asfaltado de la carretera. Aquel año todavía se hizo.
El antagonismo entre las sociedades recreativas a causa de la carrera provocó incidentes como el cambio de judería de Esteve Seritjol. El jinete villa-secano ganó con un caballo de Reus, demostrando su clase a los propietarios vila-secans de animales.
En 1931 se empieza a hacer por el camino de la Pineda hasta la “casillo” de la Miquela, en la vía de Valencia. La tradición no se perdió en el obligado paréntesis de la guerra. El asfaltado del camino de la Pineda, convertido en carretera, forzó nuevos cambios. La alameda de Folc, la Parada del Huerto de Pep, el camino de los Emprius, la actual autovía de Vila-seca a Salou antes de su construcción, los terrenos de la Formiga cercanos al estadio y la Parada Gran del Castell han sido a lo largo de los años el marco de las tradicionales carreras villa-secanas antes del actual Circuito Urbano del Parque de la Torre d'en Dolça. En el actual circuito se disputan carreras desde el año 2001, después de una renovación y adaptación del parque por parte del Ayuntamiento.
Hace unos años, las carreras de Vila-seca se profesionalizaron y estaban reglamentadas por la Sociedad de Fomento de la Cría Cavallar de España. Desde 2016, las carreras pasan a ser reglamentadas por el Jockey Club Español de Carreras de Caballos. Las carreras de Vila-seca pueden considerarse como profesionales, como pueden serlo en Madrid, San Sebastián o Sevilla. Hace unos 25 años, en la carrera ya se empezaron a congregar los mejores jinetes españoles como Claudio Carudel y Lluís Saugart.
A los terrenos donde se celebra la competición, en el Parque de la Torre de Dolça, se acercan actualmente más de diez mil personas para asistir a las carreras. Las apuestas que se hacen en las carreras de Sant Antoni son discretas, pero se puede apreciar el gozo de las personas por el hecho de poder participar.
Cabe recordar que a finales del año 2010, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña declaró el "Cós de Sant Antoni" de Vila-seca un elemento festivo patrimonial de interés nacional, un reconocimiento que permite que este acto que se celebra en Vila-seca desde finales del siglo XIX quede inscrito en el catálogo del patrimonio festivo de Cataluña.